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Foto de Maidergoros |
Llevo más de 2 años acompañando a organizaciones de Fevas en el marco del proyecto de IdeiaCom, desarrollando mapas de competencias a través de Comunidades de Práctica. No sé si esta labor se puede denominar de «consultoría», pero ahora no voy a centrarme en eso.
Hoy quiero hablar de la sensación que llega cuando ese acompañamiento termina. Vértigo. Sensación de vacío. Llegamos al final, cumplimos el objetivo y en ese momento, llega la conciencia de que esto es sólo el principio.
Y es que, cuando escribimos sobre un proyecto y decimos, como en este caso, que supone un cambio de paradigma en las organizaciones, no somos conscientes de la fuerza y el alcance que posee esa frase.
Cuando transitamos por el proceso, cuando empezamos a ver y valorar la importancia del mismo y el efectivo impacto que tiene en las personas y en la organización, entonces (y sólo entonces) somos conscientes de qué supone «un cambio de paradigma».
En este sentido, recuerdo un post que escribió Julen Iturbe sobre el trabajo de consultoría artesana y, citando a Sennet, vinculaba ese trabajo de artesanía en las organizaciones al concepto de «reparación»del que habla el autor en su libro «Juntos».
Citaba Julen 3 tipos diferentes de reparación consultoría: restaurar, rehabilitar y reconfigurar. Es, precisamente con estas clasificaciones con las que identifico el proceso del proyecto IdeiaCom.
«Restauramos cuando queremos volver al estado originario de algo, rehabilitamos cuando preservamos la forma antigua pero introduciendo nuevos elementos y reconfiguramos cuando reimaginamos la forma y uso del elemento sobre el que actuamos a medida que el proyecto avanza. «
Siguiendo esta clasificación, me queda claro que el proyecto que impulsamos está en clave de reconfiguración y/o rehabilitación. Pero veo que, al terminar el recorrido, las organizaciones y sus responsables, están, en ocasiones, en clave de restauración. Y lo entiendo.
Porque cuando todo acaba, cuando el objetivo se alcanza tras año y medio de trabajo y se ve lo que se ha hecho y lo que hay por delante…¿qué significa? ¿qué supone?
Ese es el momento en el que se es consciente de que el final del proceso es el comienzo. Significa que ya no puedo hacer las cosas como las hacía antes, que tengo que construir con nuevas herramientas, que puede que no sepa cómo se construye, que la seguridad y la certeza de lo conocido ya no me acompaña, que soy consciente de mis limitaciones y las limitaciones de mi organización, que necesito a mis pares para seguir adelante, que, efectivamente, ya no soy lo que fui y que no puedo hacer como antes hacía.
Pienso que éste es el escenario cierto, muy cierto, en el que vamos a tener que interpretar nuestras obras a partir de ahora en las organizaciones que desean avanzar.
«¡Mucha mierda!»