Consultoría: persona y personaje

En consultoría la persona y el personaje son generadores de interacciones curiosas
Este post que comparto llega, desde las tripas, a través de los sentimientos que me han provocado otras personas y los que yo misma he provocado en terceras personas. 
 
Llega desde mi necesidad de reconocer el camino profesional andado entre lo consciente y lo inconsciente, entre la seguridad y la duda, entre el crecimiento y el decrecimiento. Llega, como otros tantos, desde la “vomitera” espiritual que me ha generado el nuevo lugar en el que estoy: el lugar de la consultoría, del acompañamiento.
 
Este post cuenta lo que yo percibo en los procesos de consultoría: la bicefalia persona – personaje en la figura del consultor o consultora. 
 
Y relata precisamente esas cosas que proyectamos desde el citado acompañamiento a través, cómo no,  de nuestras inseguridades y titubeos. Sobre esta idea escribía ya hace unos meses en el blog del Master en Investigación, Consultoría e Innovación Social de la Universidad de Deusto
Quiero aclarar un a priori  básico: cuando hablo de consultoría hablo de “ir con”, hablo de “dudas”, hablo de “aproximaciones”, hablo de “proceso”, hablo de “camino”, hablo de “contraste”, hablo de “escucha”, hablo de «diálogo«…
Y desde ahí, y con todo ello, se construye sosteniendo una realidad, la que se crea con la persona o personas acompañadas. Y en ese “sostener”, se importase coloca lo de dentro afuera, se proyecta, se utiliza ese lugar para desarrollar un acompañamiento.
Ese es el personaje que se crea en consultoría. Pero no el personaje en un sentido despectivo: impostado sí, impostor no. Es un personaje que recoge la etimología de la palabra “per sonare”: de la máscara que utilizaban para hacer que las voces sonasen más fuertes, con eco, mejor proyectadas. Y ese es el sentido del personaje en la interpretación utilizando los medios para que las palabras lleguen más lejos o para dar más fuerza a la realidad en la que se está operando.
El personaje no tiene por qué coincidir con la persona. Pueden ser complementarias estas dos figuras. En ocasiones hasta opuestas. Pero, para mí, necesarias. Cumplen funciones que creo hacen crecer el proceso de acompañamiento.
En la consultoría existen, pues, la persona y el personaje (siempre, repito, desde mi mirada).
En ocasiones es el personaje el que “engancha” al cliente o a la persona que acompaña. En ocasiones, también, cuando el consultor o consultora advierte esa realidad lo vuelve hacia sí misma, hacia la persona que es, llegando a sentirse en cierto modo “estafadora” o creadora de expectativas que pueden ir más allá de él o ella misma. 
 
Esta es la idea que hace ya unas semanas trasladaba en el mensaje que publiqué en Facebook: 
 
«De lo que eres a lo que muestras, pasando por lo que proyectas y otros ven».
Yo, repito, creo que estas dos realidades – persona y personaje – conviven y enriquecen un proceso porque no dejan de ser partes de una misma cosa, policromática, multifacética, diversa y hasta antitética (¡por qué no!).
Decía en un comienzo que este escrito es un desvarío. Un desvarío que tenía dentro y nació tras escuchar a compañeros consultores hablar desde sus lugares. Y esto mismo lo vivo cuando en mí, hay quien busca el personaje que acompaña, el que otros ven que aflora de manera natural. Y, en ocasiones, siento que efectivamente lo vivo y represento como si de una obra se tratase. Eso, naturalmente, sin querer desdoblarme ni engañar. Quizá en un intento por llegar más lejos.

2 comentarios en “Consultoría: persona y personaje”

  1. Maider, leyéndote he pensado que, en el proceso de consultoría, hay un momento fundamental para la génesis de este “personaje” que se interpone entre la “persona” de la consultora o consultor y su “consultante”, y al que le llamo la “CONTENCION DE LA DEMANDA”. Un momento que en otros escenarios, como el de la psicoterapia, está muy claro, pero que en consultoría no se tiene mucho en cuenta y que, según mi punto de vista, también es muy importante para entender estos brotes ciclotímicos de “duda” que sufren aquellas personas que se dedican a la consultoría y que poseen cierta capacidad autocritica.

    Por “Contener la Demanda” me refiero, básicamente y en pocas palabras, a hacerse cargo del quantum de ansiedad que determina la petición de ayuda. De alguna manera el inicio satisfactorio de una relación de consultoría depende de este momento. Sobre todo de aquella consultoría de proximidad que despliega su actividad sobre cuestiones muy íntimas de la Organización y que requieren de una actuación muy estrecha con el propietario y de una metodología ad hoc de confección artesanal.

    He escrito antes sobre esto y aunque la palabra “contener” quizás no sea la mejor, a mí me sirve. Además creo que cualquier relación profesional de nuestro ámbito [consultoría, asesoramiento, coaching] se formaliza siempre “después” de este primer momento, llegando incluso a ser suficiente por sí mismo y no traducirse en un contrato profesional posterior. Quede claro que “contener” no supone “hacerle el trabajo al cliente” sino tan sólo añadir en su mente la presencia de un o una profesional que le dará apoyo en su búsqueda de salida/solución a la que sea su necesidad.

    Me haces pensar que, en cierto modo, “la imagen profesional que ha de proyectar el o la consultora” [como la mayoría de los profesionales que trabajan en base a relaciones de confianza] no es otra que este “personaje” al que te refieres; y que ese personaje afecta de manera distinta a la persona de la consultora y a la del consultante: en quien consulta este personaje está investido de todos aquellos atributos que necesita para confiar y, por parte de la consultora o consultor, este personaje pone de relieve las expectativas que recaen sobre él o ella.

    El factor que creo que determina -en gran medida- estos momentos de “duda” que nos asaltan a los consultores, es el gap que creemos ver entre quien somos y aquellos en quienes creemos proyectarnos. De ahí la importancia de gestionar las expectativas en ese primer momento de la relación en la que se hace esa contención de la demanda.

    Me ha encantado tu post! Y gracias por estimular a la reflexión!

    Te he echado de menos evocando tu voz mientras lo leía, a ver si tenemos oportunidad de vernos este año.

    Un abrazo,

  2. Manel, tu respuesta me ha encantado.

    Efectivamente, la parte del "personaje" cobra especial relevancia en ese momento previo de "contención de la demanda" (me gusta). Hablaba con un colega sobre cómo, precisamente "la interacción con el cliente altera la imagen del consultor o consultora", en definitiva de la persona que hay detrás y de la cobertura recibida y percibida ante esa petición de ayuda – íntima -. Pero es el personaje que se ve o se muestra en ese primer momento el que pueda determinar – en uno u otro sentido – la relación de confianza.

    Personalmente, me gusta ese baile entre persona y personaje; la proyección "más allá de" pero ajustando expectativas. Y este punto, "el ajuste de expectativas" lo vivo como un ritual necesario en una primera toma de contacto.

    Me ha gustado leerte en ese post del 2011, Manel y me he disfrutado en este comentario.

    Nos veremos y nos escucharemos, seguro!

    Mil gracias de nuevo, Manel.

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