Escribía la semana pasada sobre aquellas conductas que Peter Senge identificaba en su libro «La Quinta Disciplina» como situaciones que constituyen problemas de aprendizaje en las organizaciones.
El autor señala que estas conductas nos llevan a ser, no prisioneros del sistema, sino prisioneros de nosotros mismos; ¡y qué verdad es! (aunque nos duela reconocerlo)
A partir de aquí, P. Senge entra a desgranar las disciplinas empezando por la disciplina clave: el pensamiento sistémico;y recoge los siguientes axiomas que ayudan a comprender cómo funcionamos y qué podemos mejorar:
1. Los problemas de hoy derivan de las “soluciones” de ayer (creo que esta frase no necesita desarrollo…)
2. Cuanto más se presiona, más presiona el sistema: cuanto más esfuerzo realizamos para mejorar las cosas, más esfuerzo necesitamos para seguir funcionando.
3. La conducta mejora antes de empeorar: las soluciones que parecen, a priori, eficaces, generan una mejora aparente antes de agravar aún más la situación.
4. El camino fácil lleva al mismo lugar: nos centramos en aplicar soluciones conocidas que nos dan seguridad a los problemas y esto no nos lleva a buen puerto.
5. La cura puede ser peor que la enfermedad: en ocasiones, la solución fácil no es sólo ineficaz sino peligrosa.
6. Lo más rápido es lo más lento: ahonda en la reiterada necesidad de dar soluciones rápidas que son la respuesta del sistema lineal.
7. La causa y el efecto no están próximos en el tiempo y el espacio: pensar lo contrario es lo que siempre solemos hacer y por eso buscamos soluciones inmediatas. Pero una de las características del pensamiento sistémico es, precisamente, la distancia entre el sistema subyacente responsable de la generación del síntoma y el síntoma que indica la existencia de problemas.
8. Los cambios pequeños pueden producir resultados grandes, pero las zonas de mayor apalancamiento a menudo son las menos obvias: los actos pequeños y bien focalizados pueden generar mejoras significativas y duraderas (principio de palanca). Analizar dónde se encuentra el punto de apalancamiento es difícil puesto que la causa y el efecto no están próximos en el tiempo.
9. Se pueden alcanzar dos metas aparentemente contradictorias: los enredos dejan de ser enredos si los analizamos desde la perspectiva sistémica. Por ejemplo, la alta calidad y el bajo precio eran y son conceptos reñidos pero no tiene por qué ser así.
10. Dividir un elefante por la mitad no genera dos elefantes: el sistema se tiene que comprender como un todo, indivisible, porque en ver y comprender la totalidad está su característica; sólo así se pueden entender los problemas que surgen.
11. No hay culpa: el pensamiento sistémico enseña que no hay extremos, que nosotros y la causa de nuestros problemas formamos parte de un solo sistema.
Dicho esto, necesitamos ver el mundo con otras gafas, con las gafas sistémicas. Debemos conocer las interrelaciones que se generan en nuestros sistemas, analizar esa realidad y ver patrones o procesos de cambio.
Peter Senge establece los arquetipos sistémicos que nos permiten, una vez reconocidos en las situaciones que nos rodean, identificarlos con rapidez y actuar en los puntos de apalancamiento para ser más eficaces en la resolución o incidencia sobre el problema.
Así, podemos elevarnos para ver el bosque y los árboles.
Foto de Lazurrutia